Textos, escritos y comentarios

Tetxos, escritos y comentarios pretende poner a disposición del público, una serie de artículos de psicoanálisis, pequeños escritos, comentarios políticos. Algunos ya han sido previamente publicados (en ese caso el artículo en cuestión tendrá un formato ad hoc), otros no encontraron su pasaje al público, y otros fueron divulgados entre algunos lectores y amigos. Aliento a que si alguno de los textos encuentra un lector interesado en dialogar con él ,lo haga sin reservas.

lunes, julio 13, 2020


CRITICA A UN MANIFIESTO ARGENTINO

(En rojo están mis comentarios)

CRISIS
El contexto global de la pandemia es el de la continuidad de la mayor crisis de la historia del capitalismo. Pone al desnudo las relaciones de producción y compromete las relaciones entre trabajo y capital. En ella perduran aspectos financieros, energéticos, culturales y económicos. Sus manifestaciones emergen en términos humanitarios, ambientales y alimentarios. Constituyen una gran y única crisis, sobredeterminante: la crisis civilizatoria del capitalismo, un proceso en el cual el sistema, aunque busque disimularlo enfrenta una vasta decadencia. 

Si aceptamos que todo accidente pone al desnudo la estructura, podría acordar con este “poner al desnudo”. Pero el problema es que a los firmantes de este manifiesto quieren ahora situar a la pandemia como el gran descubridor, des-cubrimiento.  Las relaciones de producción estaban a la vista antes de esta pandemia, pero parece que recién ante este terror  social, algunos  se suben a la carroza para denunciar lo que no querían ver anteriormente. 

¿Sobredeterminante? ¿Cómo se demuestra esto? 

Esta crisis es fundamentalmente política en el sentido más hondo de su expresión: están en juego tanto nuestra condición humana como la tierra y el mundo que habitamos, y exige los mayores esfuerzos teóricos y políticos por comprender la naturaleza de lo que acontece y esbozar estrategias para el mundo que viene. Sin dudas, la preocupación por la preservación de la vida y el cuidado del mundo común son los dos grandes temas que recorren la historia de la humanidad desde sus comienzos. Los derechos y las libertades que los seres humanos hemos alcanzado son obra de la política: de las luchas políticas y sociales que hombres, mujeres y subjetividades diversas hemos llevado adelante a lo largo de la historia. 

Sería oportuno saber  “cuales derechos y libertades” son obra de las luchas políticas y sociales, para diferenciarlos de aquellos derechos y libertades que ni de cerca se han logrado conquistar. ¿Subjetividades diversas? a qué se estarán refiriendo. ¿Cómo se determina esa diversidad y a partir de qué criterio? ¿Estarán acaso incluidas también la locura o la paidofilia? 


Desde fines de los años 70 y comienzos de los 80, el neoliberalismo se ha instalado como recomposición de un modelo consensual societario y de organización del poder. Y bajo formas más o menos violentas minó todo proyecto social alternativo. Creemos necesario y urgente abrir entonces un espacio de discusión democrática sobre los grandes dramas que atraviesan la Argentina: la cuestión de la deuda; la precarización laboral, el futuro del trabajo y de los y las trabajadoras; los modos de producción y consumo dominante; la necesidad de constitución de un sistema de bienes comunes; la educación pública, las ciencias y las artes; las desigualdades de clase, raza, etnia, género, geográficas, entre otras.

Obvio que esto es muy necesario y encomiable. Una discusión democrática (entiendo con esto que habría otro tipo de discusiones, ¿anti democráticas?… entonces creo que ya no serían discusiones, sino palabras opresivas. ) Y el neoliberalismo no es nada muy original si lo localizamos dentro del campo del capitalismo. Es un modelo moderno, aggiornado, como la moda. Un cambio para que  lo esencial no cambie. 
Imaginación democrática

Necesitamos una nueva imaginación democrática, que será teoría y movimiento. Sostenemos los valores de la democracia en tanto poder del pueblo. Por eso decimos que democracia y neoliberalismo son incompatibles. Porque son, precisamente, los valores, culturas, instituciones y prácticas democráticas las que están siendo destruidas por la neoliberalización del mundo que convierte todos los ámbitos de la vida en mercancía. El capitalismo es desigualdad, desesperación, hambre, explotación y muerte. Expresiones verificables en la vida material del ser. Por eso instamos a una mayor democratización, que es una radicalización de la democracia. Democracia radical significa igualdad, libertad, felicidad, relaciones armónicas con la naturaleza y la comunidad, el quiebre definitivo de las explotaciones. Por eso apelamos a una profundización de la democracia. 

La verdad es que este párrafo me embarulla. Me hace acordar a la referencia que hacía Freud a propósito del espacio que hay entre una ballena y un oso polar. Parece que están muy cerca, pero no se hacen daño porque habitan territorios de distinta especie. ¿Porque democracia y neoliberalismo serían contradictorios? ¿Son acaso el oso y la ballena? Que yo sepa, el neoliberalismo también existe en territorios que se dicen demócratas, parlamentarios, representativos, plurales, herederos de las constituciones del siglo XIX y del espíritu burgués. 

El capitalismo no es lo que dicen los que escriben este manifiesto que es. El capitalismo es la puesta en funcionamiento de las leyes del capital. Y para eso Marx nos enseñó como funcionan y sobre qué basan para realizar la acumulación de capital. O sea que el capitalismo no es ni bueno ni malo, ni hambre ni explotación, ni muerte, sino que serán ellos resultados  a los que calificaremos como  efectos del capitalismo. Debemos también estar atentos a que no es fácil ir contra miles de millones de seres que dicen todo lo contrario, que el capitalismo aporta  vida, alimentación, crecimiento, desarrollo, y varios adjetivos más. Lo que crea este tipo de identificación son falsos problemas para poder plantear falsas soluciones …que serán falsas.
Hacer caer, estallar, la explotación, que se realiza a diario en cualquier rincón de la Argentina, tanto en las fábricas como en el comercio o en el ámbito doméstico familiar, requiere que se deshaga el goce que trae aparejado el consumo y las comodidades del bien-estar moderno.  Lo “radical” que ahora aflora casi como una humorada, para calificar a una democracia X, elude con eso hablar del método, o sea, el modo de hacer las cosas:  la democracia que contempla igualdad de derechos y obligaciones, esa… de entrada no se cumple nunca. Los derechos y las obligaciones de los más adinerados no se cumplen como los mismos derechos de los obreros y la población humilde. Además se ilusiona a que se va a encontrar al final del arcoiris, una armonía en la comunidad. Y menos aún pretender como objetivo político la palabra “felicidad”, porque esa… ya nos la usaron los norteamericanos y para ellos, con mucho éxito. “Happyness is a warm gun” cantaban Los Beatles. 

En la democracia radical el pueblo participa, administra, decide, encuentra su praxis correspondiente, y en clases sociales convergentes en un conjunto social abigarrado y plural el elemento activo de su emancipación. Abogamos por una democracia libertaria, social, plebeya, plurinacional, republicana, hospitalaria, plural, feminista y antipatriarcal. Contra el “discurso neoliberal” que reserva la política a la clase dominante, democracia es la forma de sociedad en la que cualquiera puede hacer política y elegir libremente su forma de vida, y en la que los referentes sociales surgen desde una raíz popular, emergentes de luchas sociales y de resistencias a la injusticia. 

El ejemplo de los últimos 70 años nada ayudan a esta esperanza. Porque los referentes sociales nunca o casi nunca han emergido (porque no se los deja emerger) de una raíz popular; verbigracia el sindicalismo argentino emparentado con los sectores de poder económicos. Venir de abajo, no es más que la descripción piadosa para cubrir el arribismo de los dirigentes sindicales que dicen proteger los intereses de los obreros. Este conjunto de buenas intenciones parece que abrevan en las aguas del continuismo histórico de este territorio; la alianza  en más o en menos de los dirigentes sindicales con las corporaciones, los gremios y los sectores más conservadores.  




Cualquiera es más un conjunto social con conciencia que un mero individuo: una fuerza dinámica de transformación social, atravesado por las borrascas de la historia popular, atento a las diversidades genéricas, habitado por las enseñanzas de los feminismos y los movimientos sociales, que ha hecho propias las formas descolonizadoras, antirraciales y antiesclavistas, que sabe de los cuidados necesarios para la ecología, que recuerda palmariamente que habitamos un continente que es también indígena y campesino, signo de Nuestra América mestiza. Un conjunto social que haga valer sus intereses comunes y en el cual se pueda sintetizar la sociedad civil de la época post pandémica. Momento de síntesis de las grandes mayorías, que se mueve en el interés y el deseo de las grandes mayorías. Llamamos a la constitución de un “nuevo bloque histórico” en la lucha por la democracia como autogobierno del pueblo.

Pido permiso para escribir lo siguiente: que ”autogobierno del pueblo”, eso quiere decir, asamblea soberana, no a los representantes, no a los conglomerados ni a los caciquismos, los feudos o las eternidades en los puestos dirigenciales y comunitarios. ¿Es que los firmantes, que forman más o menos parte del actual gobierno, estarían dispuestos a disolver las cámaras y generar una nueva forma de gobierno en que las minorías y las mayorías resuelvan las diversas formas de la lucha de clase? 


ESTADO
Es tarea democrática la reconstrucción del Estado y la nación sobre la base de un nuevo humanismo crítico. Se precisa un nuevo Estado que no puede ser sin una “nueva teoría del Estado”. Que pueda recuperar su autonomía ante poderes económicos y políticos que –tal como aconteció con el gobierno de la Alianza Cambiemos– buscan colonizarlo e instrumentalizarlo en tanto gestor de sus intereses. Con capacidad de intervención en el cuidado y preservación de la vida de todos los seres que lo componen, pero también que pueda ser atravesado por las fuerzas más vitales y democráticas de la sociedad. Esto es: un Estado que pueda devenir plebeyo. Su fuerza deberá corresponderse necesariamente con una nueva energía popular, aplicada menos a la salvación de los bancos, de las grandes empresas nacionales –pero de características transnacionales–, y al fortalecimiento de su poder de control que a una expansión e intensificación de lo público. Esa energía vitalista, creemos, debe expresarse en la justa ponderación de los bienes sociales. El nuevo Estado nace de la imaginación crítica de la comprensión capitalista de la vida para apelar a una refundación de nuevas formas de vida libres e igualitarias. Es en la comunalidad de los bienes, cuando son sociales, el lugar donde se sostiene la libre-igualdad.

Claro que acompaño la configuración de un nuevo Estado, pero siempre y cuando no se deje en la piadosa mediocridad y tibieza, eso que llaman: una nueva energía popular aplicada “menos” a la salvación de los bancos, etc, etc. Ese “menos” es de dudosa procedencia porque en ese menos, que  tiene el atributo de no poder medirse, se esconde el no querer ni poder  hacer algo sin medias tintas imaginarias; por ejemplo, nacionalizar los bancos; reconvertir las empresas nacionales y transnacionales en cooperativas de los trabajadores y no trabajadores. ¿Y de donde saldría esa impresionante fuerza vitalista si a las clases populares y medias que son mayoría, se las atempera con políticas asistencialistas, de estado benefactor, paternalistas y dejan al resguardo a los sectores que tienen en sus manos el capital sobrante de la explotación estructural de las formas de trabajo? ¿Comunalidad de los bienes? ¿Quien de ustedes me va a acompañar a hacerlo, en lugar de decirlo?


Economía
Frente al falso dilema “vida” o “economía”, planteado por los representantes del poder económico concentrado y del pensamiento neoliberal, surge la necesidad vital de transformar el modo de organización de la economía, que es un modo de organizar la riqueza siempre común que produce toda sociedad y de la cual depende. El capitalismo es una máquina de guerra que funciona a través de la explotación, la desposesión y la concentración de la riqueza en pocas manos, sustrayendo tierras, bienes, conocimientos, vidas y cuerpos, al mismo tiempo que produce otros cuerpos abyectos, vidas y formas de vida desechables. Una economía igualitaria no será una economía de la escasez sino una economía de la abundancia, vitalista, tal como ha quedado plasmado en las más altas expresiones de la crítica de la economía política. El orden neoliberal se despliega como gestión de la escasez y la miseria planificada, puesto que arroja a tres cuartas partes de la población mundial a condiciones de precariedad absoluta. 

Es ciertamente falsa la dicotomía de “vida vs economía”. Me gustaría saber quien la dijo en esos términos. Pero en fin… es una falsa dicotomía porque es para impresionar a los sensibles. No se trata de elegir, porque por un lado “vida” nadie sabe qué es, ni los científicos, y solamente podemos enunciarla para referirnos a lo que no puede escribirse, no puede imaginarse pero que produce efectos inimaginables y hace cuerpo, se aloja en los cuerpos….vivos. Por eso el Codiv 19 es  como es; ni vivo ni muerto. Pero altera profundamente en algunos casos el goce de la vida. La vida es una forma de goce. Y sin vida no hay economía, así como que no hay vida humana sin  alguna forma de economía, o sea, de administración. 

El capitalismo también  es una forma de guerra (no únicamente eso) y que su implementación social tuvo todas las características de una “revolución”, la más perdurable en el tiempo y con transformaciones más definitivas en este planeta. Así que… a no despreciarla sino en su lugar,  hacer una crítica, es decir, argumentar mejor los puntos en los cuales desde otra organización, hacer algo distinto. Pero hacer algo distinto no es hacer otra cosa con lo mismo, sino cambiar los ingredientes y las relaciones. 



Aún no sabemos el nombre que deberá tener esa “nueva economía”: economía social, solidaria, humanista o de bienes comunes son, sin dudas, algunos de los nombres que deberán surgir de una gran conversación colectiva. Pero seguro no deberá ser ya una economía de explotación y dominio al servicio del gran capital, sino una economía al servicio de la vida, de la sociedad y de la nación. Valorizante de los bienes sociales/comunes indispensables para crear vida humana. Contraria a la economía política neoliberal y a sus ilusiones de armonía entre los agentes económicos. Contraria a la sociedad como sociedad de meros comerciantes. Una economía que pueda concebir la salud, la educación (funcional al sistema capitalista y paradójicamente capaz de formar sujetos críticos respecto de ese mismo sistema), el trabajo digno, el hábitat y la vivienda, los bienes culturales, la alimentación y el cuidado de la naturaleza como derechos humanos fundamentales.

Efectivamente, no hay armonía entre  los agentes económicos, si somos capaces de nombrar a qué llamamos agentes. El peronismo, si algo se ha caracterizado como discurso político desde siempre, fue el de erradicar, como si fuera mala palabra, el término “lucha de clases”; otro tanto, por su propia naturaleza lo ha hecho todo discurso liberal, neoliberal, conservador o el que sea. Entonces, si no hay armonía, ¿porque todos los gobiernos llamados “populares peronistas”  no han hecho más que beneficiar TAMBIEN a los sectores y gremios que  chupan la sangre (valor) y explotan a los trabajadores, con el siempre altruista fin de que dan trabajo a los laborantes y eso es la responsabilidad de los terratenientes, los industriales, los comerciantes, los profesionales? Los ejemplos de fábricas  manejadas por los trabajadores, son excepciones que debemos recordar, casi nunca vinieron asistidos, ayudados, auspiciados por los gobernantes de turno. Siempre ha ocurrido a contracorriente. Porque la clase dirigente  forma parte también de los que acumulan dinero y poder. 


Patria grande
Argentina es un país en disputa. Entre una clase dominante carente de proyecto nacional para las grandes mayorías, pero con capacidad de interpelación político-comunicacional y apoyo de los países centrales; y un bloque social heterogéneo que aún debe configurarse como bloque político con un proyecto cultural verdaderamente democrático. En términos generales, las élites latinoamericanas se han distraído respecto de ese rumbo histórico vigente entre la segunda posguerra y la década de 1970, que sintetizaba una aspiración de desarrollo, autonomía y progreso. Han declinado también una lectura propia del orden mundial, de sus propios intereses y naturalizaron la colonización intelectual de los Estados Unidos con sus fundaciones, ONGs y tanques de pensamiento. A la dependencia de nuestra región se le sumó la super-dependencia financiera y la abdicación ideológica del alto empresariado “latinoamericano” frente a la globalización neoliberal. El proceso de deterioro cultural de Brasil y la extranjerización/reprimarización de su economía son un síntoma del estado de postración de nuestra región y del grado de derrota estratégica de la burguesía latinoamericana, subordinada culturalmente a los lineamientos del orden global. Brasil sintetiza el fracaso de la modernidad capitalista latinoamericana y marca un cierre de época. De forma sistemática, la globalización neoliberal concentra la riqueza en reducidos estratos de la población mundial. Complementariamente, produce frustraciones y tensiones para las grandes mayorías populares. Su operatoria tiende a desarticular las características de nuestras sociedades: los logros en materia de cohesión social, las capacidades inmanentes para imaginar un futuro atractivo, los saberes productivos y tecnológicos, los poderes de un Estado con sus herramientas de intervención y regulación. La inserción latinoamericana –fallida– en el proceso de globalización degradó a las clases populares y alienó cultural y socialmente a las clases medias. La falta de compromiso con el destino nacional de la elite económica y social permeó también a sectores medios subordinados ideológicamente. El límite del proyecto de la derecha es la incapacidad del empresariado local para sostener un proyecto democrático y de inclusión. El neoliberalismo vernáculo ha demostrado ser incapaz de concretar políticamente lo que ofrece como discurso (con el cual seduce a vastos sectores). Frente a esta escena, la nueva imaginación democrática debe concentrar su energía para elaborar una situación inaugural: el proyecto emancipatorio de la Patria Grande. Fuerza latente que tiene la capacidad de consolidarse, apelando a un pensamiento rigurosamente alternativo al orden dominante, con organización intelectual, política y comunicacional, por medio de la elaboración de un discurso público que sea expresión de clases convergentes en un conjunto social abigarrado.

¿Porqué será que cada vez que leo escritos que exaltan el fracaso del contrincante, del enemigo, del adversario, sospecho que  es porque el fracaso ha sido más bien el rasgo de quien lo denuncia  y no únicamente del denunciado? Porque en todo fracaso hay también una forma del éxito. Lo que no queda dicho es éxito de quien o de quienes  y éxito de qué. Por ejemplo, el fracaso de las políticas neoliberales en Chile, país que  realizó una puesta en ejercicio de ese modelo, por más que hoy estén estallando sectores  populares sin conducción (la cuarentena ha puesto ese escenario en resguardo, solo eso), y que ha impulsado a crear una forma nueva (aunque tibia y negociada de nueva constitución) también es un éxito de dichas políticas, porque siguen controlando los modos del Estado, sin que se vea de cerca una conducción realmente transformadora y que implique un nuevo modelo. Ya acabaron con Allende en su momento. 

El modelo, el molde argentino para llamarlo de otra forma, sigue siendo el mismo, sea que lo gobierne el peronismo (en sus múltiples brazos ) o el radicalismo o el neoliberalismo. Si no se cambia el molde, todos los resultados son de la misma especie. Cambiar el molde implica algo así como ir contra corriente. Si no pregunten a cualquiera de los miles de habitantes de las villas. (La villa 31 de Retiro ya va a cumplir 50 años de existencia; la mayoría de las del conurbano bonaerense se asentaron y multiplicaron durante  todos los gobiernos peronistas de los últimos 40 años). 

Libertad
La cuarentena no es solo una de las formas de las políticas sociales de urgencia. Es una forma de resguardar la libertad sustantiva en nombre de restringir provisoriamente los movimientos que ahora conducen al contagio y pueden provocar la muerte. Por lo tanto, la libertad no solo consiste en la superficie de nuestros movimientos puestos en peligro por el solo hecho de que se realicen, sino de no hacerlos para resguardar nuestra propia libertad y la de los otros. Es la libertad comunitaria que limita por libre decisión una parte de sus movimientos para resguardar la libertad esencial de vida completa de un vasto conjunto humano. La arcaica forma del pensamiento interpreta la libertad como si fuera una cápsula privativa adquirida como un privilegio que desconocemos, pero que al serlo, restringe libertades concretas de una parte sensible del resto de la población. Quieren hacer añicos la cuarentena llamando a una productividad que no es otra cosa que la libertad de mercado que desequilibra todo el resto de las libertades, jerarquizándolas para unos y reduciéndolas para la mayoría. Lo que implica una grave decisión de desconocer las inevitables medidas de aislamiento en ámbitos poblacionales muy expuestos al contagio. Las personas libres somos las que reconocemos esta paradoja, se evita la circulación contaminante que no es libertad sino su pérdida futura, para proteger la vida que es el basamento efectivo de toda libertad autoconsciente y de toda plenitud circulatoria futura. Los factores de poder dominante que atacan la decisión de la cuarentena desde una suerte de libertad enclaustrada, ciegamente movidos por un drama universal que no comprenden, no saben que la libertad primera es la que parte de pensar la vida no como una inversión probabilística de los muertos que ya estarían contemplados en la cuota estadística que tienen en mente las grandes corporaciones financieras. Son quienes alegan la vuelta de una economía compulsiva que siempre tuvo en claro que debía presupuestar previamente las muertes necesarias que las estadísticas empresariales dictaminaban como imprescindibles para poner en marcha los sistemas productivistas de la racionalidad instrumental. La cuarentena, en cambio, está regulada y pensada como forma de despejar los oscuros obstáculos que hay ahora sobre nuestras vidas y por lo tanto sobre nuestra libertad. Es la única forma de impedir sin sofismas un desmoronamiento del trabajo, lo que nunca ellos protegieron y los que con sus maniobras corporativas en realidad siempre lo coartaron o despreciaron. Las desiguales condiciones de existencia material precisan un Estado activo en el cuidado de los sectores precarizados. Frente a esto es prioritario avanzar en un sistema impositivo más progresivo y en una más justa distribución de la riqueza. Libertad sin igualdad es dominación.

No creo de buen gusto mezclar los acontecimientos ligados a la cuarentena, que a fin de cuentas es un “artificio”,  que así como se instaló en algún momento se desinstalará, con fines de hacer una exaltación de lo que se llama “libertad”. Porque  en estas condiciones, este endiablado término idealizado hasta el hartazgo, va a irremediablemente contaminar la argumentación que los que suscriben  este manifiesto pretender dar a leer. Lo dejaría para otro momento. La pandemia no es la causa  que causa a los que suscriben este manifiesto a escribir esta declaración de principios. No usemos esto que es circunstancial, aunque no está ajeno a la modernidad, a la tecnología, a la velocidad de los cuerpos, para desviar la mirada.  

Latinoamericanismo
Los grandes momentos en la construcción del pensamiento social crítico latinoamericano –la teoría de la dependencia, la filosofía de la liberación, la pedagogía del oprimido, la investigación acción participativa, la teología de la liberación, el indigenismo, la negritud, la experiencia del grupo Comuna en Bolivia– expresan su potencia y también sus límites frente a las actuales circunstancias. Por eso convocamos a un “Nuevo latinoamericanismo” que recupere las mejores expresiones culturales, estéticas, filosóficas, económicas, científicas y tecnológicas de Nuestra América, como así también la de nuestras grandes tradiciones políticas y de luchas populares: indígenas, democrático-liberales, socialistas, nacional-populares, feministas, ambientalistas y las de un sindicalismo de base y democrático. Decir Nuestra América es nombrar también una nueva forma del internacionalismo, entendido como espacio de diálogo e integración entre los distintos movimientos y fuerzas del mundo que hablan la lengua común de la emancipación. América Latina es hoy un territorio de/en disputa: la vuelta de golpes de Estado, la presencia de derechas falsamente democráticas y el surgimiento de neofascismos han puesto a la región en uno de los momentos más dramáticos de su historia. Pero en nosotros habita una experiencia: la de América Latina de comienzos de siglo XXI convertida en un riquísimo laboratorio de experimentación democrática. Reivindicamos los gobiernos populares que han generado una serie de transformaciones fundamentales. Esas experiencias, unidas a la resistencia al neoliberalismo, constituyen el horizonte de nuestras luchas futuras. Imaginación democrática latinoamericana, en cada latitud del continente, significa establecer alianzas estratégicas en contra de la reacción conservadora y en favor de una democracia –más intensa y más extensa– con organizaciones sociales, políticas, culturales, gremiales, hermanas de espíritu igualitario.

No dudo en absoluto que los diversos ejercicios de colectivos sociales políticos que han tomado la dirección de algunos países de nuestro continente, han marcado un nuevo horizonte, una nueva posibilidad, en ámbitos muy distintos: Bolivia no es Uruguay, ni Ecuador es Argentina; son idas y vueltas, un Brasil que supo congregar a sus mejores exponentes sindicales en la cumbre y la gobernabilidad también hace agua cuando se debe de enfrentar intereses particulares tan enquistados en la sociedad. Chile otro tanto, Venezuela, queriendo imitar a Cuba pero sin contar entre sus filas con la madera de revolucionarios que tuvieron los cubanos ni el momento histórico ni las características de esa isla. 

¿Y Argentina? Es un misterio. Porque cuando tuvo la oportunidad en la época de Kirchner, de desafíar con algunas iniciativas al estilo norteamericano que nos ha colonizado, se encontró que  en cierto momento la fiesta empezaba a concluir y de a poco cada quien volvió a su casa y su estilo, mirando para dentro de cada país sin encontrar lazos perdurables que no se basaran únicamente en los rasgos personales de sus respectivos líderes. Creo que todavía estamos muy aferrados a los personalismos, y que por más que sepamos que nuestro mestizaje es un rasgo de diferencia, todavía mantenemos en nuestra sangre el fantasma del ansiado europeo. 

Chispa
Las revoluciones pertenecen a la historia y al presente de lucha de los pueblos. Nos reconocemos herederos de los grandes movimientos populares cuyas ideas de “libertad”, “igualdad”, “fraternidad”, “solidaridad”, “emancipación”, “liberación” “justicia social” nos constituyen en tanto sujetos políticos. Hacemos propias las luchas antipatriarcales y la necesidad del cuidado del ambiente, que urgen en nuestro tiempo y marcan el signo de los movimientos populares contemporáneos. Las condiciones para la transformación del mundo en un sentido democrático radican, por un lado, en la conformación de una razón crítica de todas y cada una de las formas de dominación y explotación (comenzando por el capitalismo, el colonialismo y el patriarcado); por otro, en la constitución de un sujeto político colectivo necesariamente heterogéneo y plural para que pueda llevar adelante esas transformaciones necesarias. Son tiempos difíciles, y aun así, promisorios: nos enfrentamos a nuevos peligros que son nuevas dominaciones; pero también sabemos que surgirán nuevas luchas. Algunas las impulsaremos, otras las acompañaremos. Asumimos el desafío de la unidad en la diversidad y de la reflexión colectiva. Por eso convocamos a quienes nos sentimos parte del Frente de Todxs, como a todas las fuerzas democráticas y populares, a trabajar por la construcción de un gran movimiento por la democratización de nuestras naciones. Estamos ante “nuevos tiempos”, su devenir dependerá de nuestra capacidad de encontrar nuevas formas de imaginación democrática: actos creativos desatados de una voluntad masiva de lucha y de la racionalidad reflexiva.

¿Cómo es que se sigue revoleando a troche y moche, epítetos y slogan que con el afán de  hacer un gran espectáculo que atraiga las consideraciones de los lectores y oidores, juntan emblemas que tienen en su origen y su uso, señas que son las mismas  que se dicen querer combatir?Ejemplos. Libertad, igualdad y fraternidad ; emancipación; “justicia social”. ¿Sabrán los que redactaron este documento que este último forma parte del ideario fascista de Mussolini (Se lo puede encontrar muchas veces  planteado como objetivo en los escritos de ese líder popular, en la muy buena biografía de Bosworth). ¿Cómo llegó a la Argentina? ¿De la mano de quien o quienes?  ¿Cómo prendió con tanta facilidad? ¿Que tiene que ver la justicia con lo social? ¿Y cómo es que aún hoy, ignorando este estirpe, sigue funcionando en el corpus del peronismo, como un  ideal, que lamento decir, es portador de un ideario que nadie quiere y es mala palabra hoy reconocer como propio. Y ni que hablar de la consabida frase que define al peronismo como un “movimiento”, consideración que se remonta a la Italia de 1925, al referirse a la organización que conducía Mussolini. Lamento decir que no es una simple coincidencia histórica.

Comuna Argentina

Comuna, evoca la de París en la época de los levantamientos insurgentes  barriales, de los trabajadores en la época  1871, que tenía un  fuerte ideario socialista y que a contramarcha del Imperio, logró conmocionar a ese país y resonó en el mundo. Comuna Argentina, con sus resonancias, con el Manifiesto comunista , toma cierta figura del socialismo marxista, pero lamentablemente no su sustancia. Quien sabe, y de tanto debatir y realizar  crítica, el alambique vaya destilando otro producto más concentrado. 


Nuestro nombre. Ligazón entre la sociedad civil, el ala del conflicto, y el Estado. Una construcción social-corporal de conocimientos teóricos y prácticos, experiencias comunes, de invención, de afectos y de acción social. Espacio de reflexión, debate y organización del actor social popular, sujeto que sintetiza la energía capaz de declinar la dominación retrógrada del orden neoliberal y postular un nuevo orden social alternativo.
Firmas: Dora Barrancos, Jorge Alemán, Mercedes Barros, Ricardo Aronskind, Patricia Berrotarán, Alejandro Auat, Paula Biglieri, Luis Blengino, Ivana Brighenti, Atilio Borón, Luciana Cadahia, Rocco Carbone, Stella Calloni, Diego Conno, María Cintia Caram, Américo Cristófalo, Sandra Carli, Alejandro De Lorenzi, Alberto Filippi, Tania Caputo, Ricardo Forster, Silvana Carozzi, Juan José Giani, Virginia Carranza, Jorge Gigenas, María José Cisneros Torres, Horacio González, Gloria De La Vega, José Jatuff, Gloria Elias, Noé Jitrik, Patricia Funes, Alejandro Kaufman, Nuria Giniger, Alberto Kornblihtt, Julieta Grinspan, Germán Lima Quintana, Carolina Guevara, Oscar Madoery, Liliana Herrero, Fortunato Mallimaci, Federico Montero, Yanina Jotayan, Federico Ovejero, Ángela Lerena, Adrián Paenza, Dolores Marcos, Rafael Paz, Alexia Massholder, Víctor Penchaszadeh, Araceli Matus, Germán Pérez, María Cecilia Míguez, Christian Poli, Silvia Morón, Hernán Randi, Natalia Ortiz Maldonado, Mario Rapoport, María Inés Peralta, Guillermo Ricca, Gloria Perelló, Luis Rodeiro, Romina Pereyra, Marcelo F. Rodríguez, Ana María Ramb, Gustavo Ruggiero, Mariana Szretter, Alejandro Ruidrejo, Mariana Vázquez, Raúl Serrano, Cinthia Wanschelbaum, Diego Tatián, Sebastián Torres, Gastón Varesi, Guillermo Vega, Carlos Vilas, Raúl Zaffaroni.

Adhesiones a: comunaargentina@gmail.com