Textos, escritos y comentarios

Tetxos, escritos y comentarios pretende poner a disposición del público, una serie de artículos de psicoanálisis, pequeños escritos, comentarios políticos. Algunos ya han sido previamente publicados (en ese caso el artículo en cuestión tendrá un formato ad hoc), otros no encontraron su pasaje al público, y otros fueron divulgados entre algunos lectores y amigos. Aliento a que si alguno de los textos encuentra un lector interesado en dialogar con él ,lo haga sin reservas.

domingo, octubre 29, 2006


Entre “fantasme” y “fantasma”, hay un océano.

(Publicado en la revista "Opacidades" Nº 2, Buenos Aires, 2002. [Extracto]



En noviembre de 1992, hace ya 10 años a la fecha, un artículo escrito por Anthony Sampson, llamaba la atención al público lector del psicoanálisis lacaniano acerca de una elección de traducción. El título del artículo en cuestión, “La fantasía no es un fantasma” [1] indicaba en ese tiempo el objeto de tal elección. Se trataba de explicar las razones por las cuales se decidía a traducir del francés al castellano la palabra fantasme por “fantasía” en lugar de “fantasma” como era y es habitual hoy hacerlo en la mayoría de los artículos, libros y sobre todo en las traducciones que se hicieran y se hacen del seminario de Jacques Lacan.

Aquello sobre lo cual trataba el trabajo de Sampson era sobre un criterio, el de estudiar detenidamente un término de una lengua extranjera, el francés , su pasaje a otra lengua (el castellano) y lo que en ese tránsito también se contrabandeaba de una lengua a la otra. Sampson encoentraba que el término fantasme – el cual se utiliza habitualmente en esa lengua para traducir a su vez el alemán Phantasie, exactamente como del inglés fantasy - , fue por su connotación elegido entre los primeros traductores de Freud para pasar la Urphantasie, la Phantasie. Es decir, que en francés, fantasme no es un término propio de Lacan ni de los lacanianos. Ya en los 40’s y comienzo de los 50’s en París, los analistas de la época (Sacha Nacht, Bouvet, , etc) optaban por fantasme para decir Phantasie. Y se comprueba a su vez que los traductores al castellano de esos autores no solían traducir esa palabra por “fantasma”. Esa falsa amistad entre las palabras fantasme y “fantasma” a partir de su cercanía homofónica, dio lugar a ese efecto de familiaridad que llevó a que se los emparentara sin que se estudiara detenidamente esa filiación. Es una equivalencia que no existe y que indujo a considerar de que para Lacan le correspondía el fantasma y para Freud la fantasía, produciendo con ello una separación que cuando pasa, pasa por otro lado y no por la intención de diferenciar. [2]

Lacan y Freud, ¿cada uno con una palabra distinta para señalar sus distintas raices y desarrollos? Sampson tomaba partido al final de su artículo de cierta manera que a algunos le ha parecido muy discutible. Dice :”si el término en español, cuando se trata de Freud, es “fantasía” no podría haber un término distinto cuando se trata de Lacan. Así es de claro y de contundente. Si hay dos, uno para Freud y otro para Lacan, uno de los dos sobra. A nuestro parecer sobra “fantasma”.”[3]

Ahora bien, si Lacan leyó la fantasía de Freud de tal manera de que dedujera de allí (y con otros términos y fundamentos ) una lógica y un matema, es evidente que Lacan no necesitó en este caso, discutir la traducción del alemán al francés. Su uso como se usaba en la época no le preocupaba a Lacan. Sin embargo, se puede constatar que no sucedió lo mismo cuando de Trieb pasó a Pulsion, de Verwerfung a forclution , y en su punto mas extremo, el Umbewusste freudiano Lacan lo nombró a partir del año 197 7 L’unebevue.[4]

Si hacemos un breve esquema de situación veremos lo que sigue:


PHANTASIE FANTASÍA

FANTASME FANTASMA

FANTASY FANTASÍA


Es decir, que hay un desdoblamiento que se produce en el acto de traducción al castellano de la palabra fantasme y es sobre este curioso efecto ( y no defecto), que recorreremos su contorno para ofrecer un panorama mas claro de un hecho de lectura . Si Phantasie le corresponde a Freud y Fantasy a la manera anglo de traducirla, en la cual se sitúa comodamente una Melanie Klein por ejemplo, eso no ocurre con Lacan ya que el mundo hispano se encuentra dividido. ¿Qué se juega en la clínica y en la doctrina el poner “fantasma” o “fantasía”? ¿Es solo un detalle menor que no afecta al analista en su función en la transmisión?



Carta a algunos analistas traductores[5]


Para responder y abrir a su vez nuevas preguntas, procedí de cierta manera. Aquello que me llamó la atención fue el encontrar que dentro de los textos de Lacan pasados al castellano, una gran parte de ellos, los “Escritos” , se decidió traducir practicamente siempre fantasme como “fantasía”. Y que esto también se encontraba en la entera producción que hiciera Oscar Masotta en la Argentina a propósito de la divulgación de Lacan en el mundo analítico. Frente a tan notorios datos, invisibles y silentes en la medida de que pareciera que fantasía y fantasma serían dos términos que tendrían una vida paralela, como en mundos paralelos, que nunca se debían de tocar, consideré que una manera de ir al problema era proceder a dialogar con algunos traductores y analistas traductores que se ocuparon en los años 70 y 80 en traducir los seminarios de Lacan para saber su punto de vista frente a esta curiosa co- existencia silenciosa y nunca problematizada en los hechos entre la línea del fantasma y la de la fantasía.


A continuación está la carta dirigida a alguno de ellos y las consecuentes respuestas.



“Le escribo para hacerle una pregunta simple. Sucede que estoy haciendo una investigación a propósito de las traducciones en el ambiente del psicoanálisis y en especial lacaniano, a propósito del término francés fantasme, ya que hay una buena base de discusión acerca de los problemas que genera traducirlo sin mas ni mas como “fantasma”. Aquello que me interesa saber en este momento es si usted tiene alguna idea acerca de en qué momento y en qué circunstancias se empezó a popuarizar la opción de “fantasma” en lugar de “fantasía”.

Un dato indiscutible (aunque no discutido por la tensión que genera) es el de que Oscar Masotta lo traducía siempre como “fantasía”. Coexistieron durante los años 70 entonces dos modalidades de hablar de fantasme y Masotta tendría sus razones (las cuales desconozco) para optar por “fantasía”, mientras que otros optaban por “fantasma”. Asimismo en las ediciones de los Escritos de Lacan, dice siempre “fantasía” y sólo una vez “fantasma”. No es una cuestión ni de origen ni de concepto, sino de circunstancias.

El primero consultado respondió diciendo de que a mediados de los años 70 comenzó a traducir y se encontró con el problema de “fantasme”. Dijo que consultó a algunos analistas lacanianos frente a la complicación de cómo traducir un término que tiene una “fuerte pregnancia kleiniana”. De cómo usar una palabra “desgajada” de toda connotación anterior. Es así que no muy convencida, comenzó a traducir fantasme como “fantasma”.

Otro por su parte se preguntaba en su carta ante algo que nunca había pensado, de cómo diferenciar la fantasía del fantasma fundamental.

Esta vez en una comunicación personal , alguien comentaba que suponía que debía de haber influido la postura de Jacques Allain Miller, ya que a partir de su venida a Bs.As. en
19 82 , se impuso el par síntoma/fantasma .[6]

Y finalmente , a continuación se transcribe la carta que enviara Jorge Jinkis a título de respuesta a la pregunta formulada.


“No estoy seguro de entender lo que a usted le importa. Si excluimos la discusión conceptual, establecer el “momento” es solo cuestión de rastreo de fechas de las traducciones. Las “circunstancias” , en cambio, son susceptible de interpretación histórica. Entre otras, habría que considerar que el término “fantasía” implicaba una remisión rápida a la obra de Klein, por la importancia que adquiría en su obra y por cierta desatención de la época a los estudios freudianos.

Traducir el término francés por fantasía podía tener la pretensión de restaurar el valor estructural freudiano del concepto a partir del modelo “pegan a un niño”. Mas tarde y autorizados en haber hallado el término “fantasma” en numerosas letras de tango y para reivindicar la filiación lacaniana de un discurso, se hizo útil traducirlo por “fantasma”. En definitiva, los valores ideológicos en juego fueron:

Primer momento: “fantasía”, referencia a Klein.
Segundo momento: “fantasía”,referencia a Freud, a través de Lacan.
Tercer momento: “fantasma”, referencia a Lacan.

Tal vez usted nombra por circunstancia, algo menos “sociológico”. No lo se y lamento no haberle sido de ayuda.
Cordialmente
Jorge Jinkis




Como se puede leer, esta contribución de los traductores al planteo analítico del problema es de considerable interés. Por un lado, está presente la sospecha de que el modo de traducir implica también una posición ideológica, o al menos pretendería tallar en ello. Es decir, de que es un momento de debate de ideas, de ideologías que tendrían el nombre de los analistas que hablaron y escribieron acerca de una clínica. Freud, Klein, Lacan se ofrecen también como nombres de posiciones que una traducción podría ayudar (o no, no lo sabemos aún) a despegarse de alguno de ellos. Esa postura trae aparejada un serio inconveniente. Que ciertos problemas que se generan en la transmisión del psicoanálisis ligados a los nombres , y en especial a los análisis , podrían zanjarse, diferenciarse en un acto de traducción. Jinkis describe muy claramente esos momentos.

Por otro lado, el traductor estaría en condiciones de producir efectos de transmisión al optar. Es lo que Agoff decía, a mi entender cuando escribía la palabra “desgajar” para decir acerca de esa operación que , como en una metáfora botánica, se desgaja una rama de la rama , se separa de manera que se produce una herida en la planta y al mismo tiempo el gajo desgajado podría en otra tierra brotar y hacer nuevas raices o implantarse en otra especie. Fantasma podría haber resuelto esa tensión entre Klein y Lacan en los comienzos de los años 70 cuando el lacanismo se desparramaba como gota de aceite en la sociedad analítica porteña, arrastrando como un torrente, los análisis que estaban conducidos por no lacanianos.

Finalmente, a partir de estos testimonios, se incluye la figura de Jacques Alan Miller, quien contará y no livianamente en cierta renovación de la dispersión de Lacan en una tierra que sin duda fue fértil (ya veremos en qué) a partir de un acomodo de términos y surcos planteados por Lacan incluso a partir de su presencia en Caracas, (entre otros).

[1]Anthony Sampson , La fantasía no es un fantasma , artefacto Nº 3 revista de la escuela lacaniana de psicoanálisis, México D.F. noviembre 1992, pags. 189-199. Este mismo artículo fue publicado en la revista Stylus de Cali como ¿Fantasía o Fantasma?, Colombia, 1991, pags. 47-61.

[2] Es necesario leer el artículo de Sampson para recrear el recorrido que él hace por los diversas fuentes y detalles que refieren a los modos de traducir.
[3] Ibíd., p. 199.
[4] Sobre cada una de estas operaciones haría falta encontrar sus detalles, sus diferencias y sus efectos .
[5] Esta nominación de analista traductor no deja de ser problemática, aunque por el momento dice mejor que otros la posición del analista cuando traduce un texto para el psicoanálisis. O sea, ni solo analista ni solo traductor en ese acto.
[6] Estas opiniones provinieron de Irene Agoff, Nélida Halfón y Ricardo Escavino. Por otra parte, Germán García no contestó a la carta.